Pescadora
Óleo sobre lienzo
Figuras
100x153 cm.
1958
Este pintor de cráneo alto y meditativo, de sonrisa socarrona y ojos melancólicos y serenos, ha dado vida a una galería de personajes lamentables, de "rostros en los que no cabe más facción que una total mueca", de anatomías rotas o deformadas. En este premeditado y voluntario feísmo no suele faltar un color "suntuoso"- como lo califica Gaya Nuño- , "más suntuoso cuanto más contrahecha se presenta la tristísima humanidad". A pesar del monstruosismo, de las permanentes alusiones a las injusticias de los poderosos y a las plagas de maldad desplegadas contra los infelices, su pintura- curiosamente- es una de las más absorbidas por una sociedad a la que combate y hostiga. A los clientes de bodegones y paraísos de colores no parece importarles tener un Barjola. Creo que se trata de inconsciencia ante lo que no acaban de penetrar ideológicamente más que un problema de masoquismo o de simple o grosera inversión.
Miguel Fernández- Brasso. Guadalimar, Nº13, 1976